No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
Y cuanto más remo, más rezo
para que no acabe nunca más
ese viaje que hace
el mar en torno del mar.
Mi padre un día me dijo
con su modo de avisar:
-Mira, el mar no tiene pelo
que podamos agarrar.
No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
Timonel nunca fui,
que no soy de navegar a vela.
El timón de mi vida
es Dios quien lo gobierna.
Y cuando alguien me pregunta
cómo se hace para nadar,
le explico que yo no navego,
quien me navega es el mar.
No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
No soy yo quien me navega,
quien me navega es el mar.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
Es él quien carga conmigo
como si no me llevara.
La red de mi destino
parece la de un pescador:
cuando retorna vacía,
viene cargada de dolor.
Vivo en un remolino,
bien sabe Dios lo que hace,
la ola que carga conmigo
es la misma que me trae.