El pescador al principio se ha asustado al verlo empapado,
saliendo del mar, subiendo directo a la ciudad.
Después lo ha entendido y grita:
“¡Venga, brujo! ¡Venga, brujo!”
Patrullando los dos municipales se excitan
al verlo cruzar, como un cohete, la calle mayor,
y desde el coche animan:
“¡Va, brujo! ¡Va, brujo!”
El gran patriarca se arrima a su lado.
Las bailarinas de nueve años
cuando se encuentran con un señor extraño
“¡Saludad, niñas, venga!
¡Venga, brujo! ¡Go, brujo!”
Brujo de mundos lejanos,
nos tienes a todos en tus manos.
Volvía a casa joven y aburrido,
leyendo el horóscopo de abril,
y levantando la vista de golpe lo he visto.
“Si eres tú, por favor, avanza.
¡Venga, brujo! ¡Venga, brujo!”
Los dos amantes adúlteros abrazados
planean un largo viaje
y abren sus bocas deseando:
“Por lo que más quieras, hazlo.
¡Venga, brujo! ¡Venga, brujo!”
La dulce Adela se pinta de carmín,
tiene una cena con un hombre triste.
Cuando no sabe muy bien por qué sonríe
mira al espejo y piensa:
“¡Va, brujo! ¡Venga, brujo!”
El niño prodigio se frota los ojos cuando ve
flotar en la cúpula del cielo
la luz brillante de una nueva estrella.
Sale al balcón y se despereza.
¡Go, brujo! ¡Go, brujo!
Y todo se detiene un momento
cuando el brujo disuelve en el viento
unas palabras que lo arreglan todo,
unas palabras que lo arreglan todo,
unas palabras que lo arreglan todo.