Una vez me reí al escucharte decir
que jugaría al solitario.
Intranquilo en mi silla cómoda,
nunca me pasó por la mente.
Una vez me dijiste que estaba equivocado, que había despertado con el sol,
y que había pedido un jugo de naranja individual,
nunca me pasó por la cabeza.
Tienes lo que a mí me falta,
ahora incluso me tengo que rascar yo mismo la espalda.
Una vez me advertiste que si me despreciabas
rezaría de nuevo la plegaria de un amante.
Y desearía que estuvieras ahí otra vez,
para entrar en mi cabello otra vez.
Nunca me pasó por la mente.