Sólo cuando las lágrimas me dan
un sentido más hondo a tu secreto,
me siento puro y me concedo
la gracia de escuchar al corazón.
Justo después (¿por qué?), llega la sospecha
de que entre nosotros dos todo es premeditado
y las lágrimas entonces siguen al fado
por todo lo que nuestro amor rechaza.
Ya no queremos saber del corazón
ni nos importa lo que él nos concede,
regresando, febriles, a aquella sed
donde sólo vale lo que los sentidos dan.
Justo después (¿por qué?), llega la sospecha
de que entre nosotros dos todo es premeditado
y las lágrimas entonces siguen al fado
por todo lo que nuestro amor rechaza.